Descripción
Ella sabía exactamente lo que estaba buscando en este lugar, por lo que iba todos los meses, había un contrato entre ellos y ninguno de los dos quería romperlo. Después del juego de papeleo y papeleo, ella se vistió con una bata azul y se acostó para que él le diera esas caricias que nunca había creído posibles. Nada importaba más que sus fríos dedos metidos dentro de su coño muy en el interior, buscando ese punto de excitación máximo que le daba gritos de placer y hasta tenía que taparse la boca, cuando empapaba sus bragas el médico ya estaba listo para penetrarla.
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