Descripción
Con esta putita japonesa aprendí que nunca debo juzgar a las prostitutas por su nacionalidad, etnia o raza. Yo no quería follarme a una puta asiática. Estaba convencido de que en la cama eran bastante aburridas y que no me harían gozar en absoluto. Esa noche estaba tan caliente que salí con mi coche en busca de zorras y solo la encontré a ella. Siempre era mejor una asiática que tener que hacerme una paja, así que la llevé a mi piso. ¡Por Dios, qué mamada que me dio! La guarrilla resultó ser toda una experta en sexo oral. Me chupó la polla con tanta dedicación que me dieron muchas ganas de follármela. Al final, ¡resultó ser una diosa del sexo!
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