Dios mío, le chupé la polla a mi hermano y me tragué su lefa

Todavía no me lo puedo creer. Yo posé mi cabeza en las piernas de mi hermano para dormir una siesta inocentemente pero, al poco rato, me desperté con su polla en la boca. ¡Dios mío! ¿Cómo había llegado a eso? ¿Se la habría empezado a chupar yo, o él me la habría metido en la boca sin mi consentimiento? Lo cierto es que sabía muy rica y, mientras me follaba la boca, yo no dejaba de disfrutar. ¡Por primera vez sentí ganas de probar la lefa de mi propio hermano! Él se dio cuenta de que yo no pensaba detenerme y se corrió haciéndomela tragar toda. Yo volví a dormirme más contenta que antes, saboreando una rica ración de su leche calentita.