Descripción
El pendejo malcriado de mi hijo no para de darme dolores de cabeza. Cuando no me llaman del colegio por sus faltas de conducta y sus malas notas, me llaman de la comisaría para que lo vaya a buscar. Estoy harta de tener que ocuparme de él y, sobre todo, de tener que hacer cualquier cosa para salvarle el culo. Ayer, por su culpa, me tuve que dejar coger por uno de sus profesores. El tipo me citó en su casa y, apenas entré, me dijo que si quería que lo aprobara me fuera poniendo en pelotas. Avergonzada y humillada, me saqué la ropa, me quedé en bolas, le chupé la pija y dejé que me garchara como una puta cualquiera. Por suerte, al menos el polvo me gustó bastante.