Descripción
Como si la vida de este peruano no fuese un infierno por los constantes maltratos que sufría por parte del padrastro, también tenía que aguantar las burlas y provocaciones de la hermanastra. La muy perra se le reía en la cara cada vez que el padre lo humillaba, y el pobre trataba de soportarla intentando no perder la paciencia. Sin embargo, ella parecía no querer detenerse, y el día que le enseñó el culo en las escaleras lo sacó de sus casillas. El hermanastro no estaba dispuesto a soportar las provocaciones de la putita peruana, así que se metió en su cuarto, sacó la verga y se la metió en la boca, obligándola a chupársela. A la muy puta no le disgustó nada, así que la puso en bolas y se la cogió bien cogida. Ahora sí, vivir en esa casa de locos tiene al menos un sentido.
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