Descripción
La pelirroja fue a terminar de liquidar el préstamo que había pedido el marido, pero ya era demasiado tarde. La fecha de vencimiento había pasado, y solo un gesto de buena voluntad del prestamista evitaría la ejecución de los documentos y la pérdida de la casa. Claro que para eso la pelirroja tendría que convencerlo, y lo único que tenía para hacerlo era su cuerpo. El cabrón la hizo poner a cuatro patas, le levantó la falda, le bajó las bragas y se puso a examinarle el culo y el coño. Después de aprobar su ojete, sacó la polla y la penetró. El muy cerdo se la folló por el culo mientras ella, entre gemidos, lloraba resignada pero a la vez aliviada por haber resuelto la situación.
