Descripción
Cuando mi esposa me desafió a follarse al repartidor de la pizza, le aposté con los ojos cerrados, convencido de que todo era una broma o, si iba en serio, se arrepentiría a último momento. Yo estaba espiando todo detrás de la puerta del armario, mientras grababa todo con mi móvil por si después ella intentaba engañarme. Al final me ganó la apuesta y yo no me lo podía creer. La guarra se folló al repartidor sin ningún problema. Ella misma empezó a provocarlo y acabó echándosele encima. El tío no tuvo que hacer ningún esfuerzo. Enfrente tenía a una hermosa zorra morena desnuda, ofreciéndole el chocho para que se lo penetrara, y no dudó un segundo en sacar la polla y metérsela.