Descripción
Cuando los vecinos comenzaron a llamarme cornudo, me cansé de aclarar que el tío que visitaba a mi esposa todas las semanas era el entrenador y no el amante. Sin embargo, los rumores sobre que me había puesto los cuernos nunca paraban, hasta que la muy zorra me confesó que se lo había follado en el primer entrenamiento y en el balcón, así que fueron muchos los vecinos que la vieron de rodillas chupándole la polla antes de que se desnudara y se lo llevara al cuarto para que se la follara hasta llenarle las tetas de leche. ¡Qué puta más infiel resultó ser!
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