Descripción
Teresa me volvía loco. La conocía desde joven, ya que éramos vecinos y hasta fuimos juntos al mismo instituto. Reencontrármela fue una grata sorpresa, sobre todo porque todavía se veía guapísima, a pesar de su edad. Esta vez no podía dejarla escapar. Muchos años atrás, por no animarme a intentar ligármela acabó follando con mi mejor amigo. Ahora iba a ser mía. La invité a cenar y, después, a mi casa. Por fin llegó mi hora. Me la follé bien rico, taladrándole el coño, la boca y hasta el culo. Disfrutamos tanto de esa follada que a la hora de correrme ni le pregunté donde quería la leche y apunté a su rostro. Teresa me quería matar. La lefa impactó en su pecho, en su cara y en su pelo. Ahora, tendría que tomar una ducha antes de regresar a casa con su marido…