Descripción
La zorra de mi vecina se había despertado cachonda y estaba paseándose en bolas por la casa, masturbándose en todos los rincones. Necesitaba una buena polla de forma urgente, y lo gritaba a los cuatro vientos como si estuviera pretendiendo que le cayera un maromo del cielo. Yo decidí hacerme cargo de sus deseos y me convertí en el tío que estaba necesitando. Cuando entré en la casa la pillé completamente desnuda, haciéndose una paja de muerte. A pesar de la vergüenza que sintió al verse expuesta, mi presencia le alegró el día, ya que yo tenía entre las piernas la polla que tanto estaba deseando que la penetrara.
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