Descripción
Los masajes solo fueron una excusa de la madrastra para que el hijastro se la follara. Sabía que en cuanto le viera las tetas, se pondría a mil por hora. Para disimular, primero se echó boca abajo sobre la cama, pero enseguida se volteó ofreciéndole los melones y lo notó tan excitado que rápidamente le dio el primer morreo. En pocos segundos, ya estaban los dos completamente desnudos, follando como locos. Obviamente, la zorra no se privó se mamarle la polla al hijastro, para demostrarle que mamando rabos era mucho mejor que la novia. ¡Hasta acabó tragándose toda su lefa cuando se corrió!
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