Descripción
Como mi madrastra se vino a vivir a mi casa cuando mi hermanastra ya era grande, siempre la vi como a una mujer cualquiera. Nunca sentí que hubiera un lazo familiar entre nosotros, así que desde el primer día que solo pensaba en tener sexo con ella. Aquella mañana, estando solos en la casa, me la encontré fregando la ropa en el baño y le propuse que nos ducháramos juntos. Ella me dijo que no pero yo, mientras seguía negociando, le acariciaba el pelo para calentarla. Finalmente conseguí que al menos me hiciera una mamada a cambio de ayudarla a fregar. Después de que me chupara la polla por primera vez, follármela sería más fácil.
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