Descripción
¿Qué mejor caso podría haberle tocado a la enfermera trans Morgan Bailey que el de un yogurín novato con un consolador incrustado en el culo? El chaval no había podido quitárselo y la travesti, experta en el tema, lo consiguió en pocos segundos. Claro que el servicio no sería gratis para el pobre tío, ya que Morgan se aprovecharía de su diferencia de altura y tamaño para sodomizarlo sin piedad. El yogurín le debía mucho más que un favor, así que, sumiso y obediente, se dejó meter dos dedos en el culo y, después, la enorme polla de Morgan, quien se lo folló por el culo brutalmente.