Descripción
No caben dudas de que, en cuanto esta inocente jovencita le cuente a los padres lo que le hizo el psicólogo, lo denunciarán y acabará automáticamente en la prisión. Es que valiéndose de su rol y su capacidad, manipuló a la jovencita que hasta entonces era virgen y la convenció de que, ahora que había cumplido los 18 años, debía cambiar las muñecas por las pollas. En el estado de alteración que la jovencita tenía las hormonas, en cuanto el viejo le metió el rabo en la boca, el coño se le hizo agua. Se puso a mamársela con desesperación y dejó que la desnudara y la penetrara sin poner ninguna objeción. El psicólogo fue tan guarro que hasta se corrió en su cara, plastificándole las gafas, solo para satisfacer su propio morbo de ver a la paciente que acababa de desvirgar con el rostro lleno de leche.