Descripción
Era evidente que esta guarrilla no podría compartir la cama con el hermanastro. En primer lugar, porque los dos se excitaban cuando se veían en ropa interior, así que el mínimo roce desataría una hecatombe. En segundo lugar, siendo ella tan sumisa como para prometerle fregar y recoger durante una semana a cambio de que la dejara dormir a su lado, él obviamente intentaría aprovecharse. Sin embargo, ni siquiera haría falta. La hermanastra tenía tantas ganas de mamarle la polla como él de follársela, así que apenas se acostaron empezaron el ritual de apareamiento que acabaría con la inevitable e incestuosa follada.
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