Descripción
A la fiesta de Halloween fui dispuesta a todo. Debajo del disfraz, mi cuerpo entero estaba a disposición de todos los presentes. Me excitaba que me follaran sin saber quien era, y me daba mucho morbo. De repente, cuando fui al baño, sentí que alguien me seguía pero miré para atrás y estaba sola. Despreocupada, me senté a hacer lo mío y, de pronto, allí apareció un hombre con la polla dura, lista para que se la chupara. Enseguida me di cuenta de que era el padre de mi amiga, y me puse a chupársela creyendo que no me reconocería. Eso me puso tan cachonda que me dejé follar y, cuando se estaba corriendo, pronunció mi nombre y me quise morir. El viejo sabía quien era yo, y me estaba follando bien rico. ¡Nunca más pude volver a mirarlo a la cara!
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