Descripción
Por cuestión de segundos, el marido de Reagan Foxx pudo haber evitado los cuernos más dolorosos que a un hombre pueden ponerle jamás. Es que si hubiese prestado atención, se hubiera dado cuenta de que, debajo de la manta, algo estaba sucediendo entre su esposa y su hijo. Tal vez pensó que sería imposible que su mujer pudiera sentirse atraída por el hijastro, o que su hijo jamás se dejaría meter mano por la madrastra. Lo cierto es que apenas salió del salón, el hijastro y la madrastra se pusieron a follar como locos en todas las posturas. Ni siquiera les importó que él pudiera regresar. En ese momento, solo pensaban en seguir follando hasta correrse al mismo tiempo.