Descripción
Cuando la madrastra posó la mejilla sobre la pierna del hijastro, en lo primero que pensó el chaval fue en lo cerca que tenía la boca de su polla. Pensando en follarle la cara, tuvo una erección tan grande que, de no haber sacado la polla, seguramente hubiese reventado el calzón. Al notar que no había ninguna reacción de parte de la madrastra, la cogió por el rostro y le metió la polla en la boca. ¡Ella seguía sin emitir sonido! Para su sorpresa, la muy guarra se puso a mamársela. El hijastro, entusiasmado con la morbosa experiencia que estaba viviendo, no pudo evitar correrse dentro de su boca y llenársela de leche.
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