Descripción
Tali Dova no tenía opción. Tenía que obedecerle al guardia aunque ya se hubiera quitado la ropa hasta quedarse en lencería. El cabrón iba por más, y ella sabía que cualquier cosa que lo hiciera cabrear podría hacerla acabar en la cárcel. No sabía por donde empezar. Si por quitarse las bragas y el sujetador y quedarse completamente desnuda, o arrodillarse y ponerse a comerle la polla. A esa altura ya le daba igual. Era inminente que terminara follándosela, de frente y desde atrás, y que acabara corriéndose en alguna parte de su cuerpo. Eligió su boca, para obligarle a saborear su corrida hasta que llegara a la casa. Tali juró no volver a robar nunca más en su vida.
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