Descripción
La asiática estaba robando en la tienda con total impunidad, pensando que nadie la estaba observando. En ningún momento notó que el dueño seguía sus pasos de cerca. Cuando el hombre descubrió que sus intenciones no eran las de comprar, la revisó y comprobó que, efectivamente, le estaba robando productos. En este momento el japonés se dio cuenta de que tenía el poder y tomó el control de la situación. Con la grabación de las cámaras podría llevarla a la cárcel, así que empezó a meterle mano y le tocó bien las tetas, el culo y el coño. Después, la llevó a la oficina y le hizo firmar una nota declarando que todo había sido con su consentimiento. Así, se aseguró de que la ladrona no lo denunciaría por abuso.
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