Descripción
El exnovio de mi esposa era un sádico pervertido que la ha mal acostumbrado a tener sexo duro. Es por eso que la zorra solo disfruta al máximo cuando me la follo brutalmente, como si se lo estuviera haciendo por la fuerza, sin pena ni piedad. Le encanta sentirse sometida y humillada, y yo hago todo lo posible por complacerla. Lo peor de todo es que yo también me estoy acostumbrando. Por culpa de aquel cabrón, ya no disfruto de las mamadas relajantes que me hacían en el pasado. Ahora necesito taladrarle la boca bien duro, cogiéndola de la cabeza y metiéndosela hasta el fondo de la garganta. Si no le follo la cara, no consigo disfrutarlo.
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